31 octubre 2010

Nace el kirchnerismo


La muerte del ex presidente Néstor Kirchner cayó como balde de agua helada sobre toda la sociedad argentina. No sólo para los opositores acérrimos, sino también para los defensores a ultranza del modelo iniciado hace más de siete años.
En este sentido, un espacio amplio de poder queda vacante y quizás el mayor interrogante es saber quién y de qué forma  se llenará. El filósofo francés Michel Foucault afirmaba que todo lugar de poder ausente es ocupado por alguien y utilizado con un objetivo concreto.
Han pasado los primeros días de la partida de Kirchner y ya comienzan a moverse las primeras piezas. Por un lado, una oposición que anteriormente se abroquelaba para  impedir toda medida impulsada por el Gobierno, y que ahora se pronuncia a favor de la unión nacional y la pacificación social. Del otro, un oficialismo que deseoso de tomar el legado que marcó el ex presidente, intenta continuarlo y profundizarlo.
Lo cierto es que no es tiempo para tibios. Las masivas manifestaciones populares producidas a lo largo de los días de duelo muestran que un amplio sector de la sociedad pide a gritos que el motor no se detenga, que no enfríe su marcha. En cambio, otros especulan que con la partida del líder, la crispación y el enfrentamiento han llegado a su fin.
Quien queda en el centro de la escena es sin duda la presidenta de la Nación, Cristina Fernández viuda de Néstor Kirchner. Todas las miradas apuntan a ella. Y sin duda, los primeros días de su Gobierno posteriores a esta enorme pérdida marcarán el camino, y en consecuencia, responderán algunos de los interrogantes que unos y otros poseen.
Sin embargo, como en toda novela de suspenso, algunas pistas se pueden tener. “Gracias Néstor” y “Fuerza Cristina”, fueron las frases más escuchadas. Y no son aleatorias ni surgidas al azar. Tienen mucho que ver con la historia pasada, la coyuntura presente y la proyección del futuro político de este país.
El término “gracias” como tal representa el agradecimiento por lo realizado; implica que algo cambió en la conciencia de un sector social y muestra que del otro lado, hay un sujeto que habiendo sido interpelado, agradece a su líder aquello recibido (que en este caso poco tiene que ver con lo estrictamente material). Por su parte, el concepto de “fuerza”, en este caso, está cargado de un ingrediente puramente espiritual. Entereza frente al luto, a la pérdida, a la ausencia del compañero de toda la vida. Pero al mismo tiempo implica la idea del apoyo, el acompañamiento, el sostén.
Quizás como nunca en sus casi tres años de mandato, la presidenta sabe que no está sola. Junto a ella (y no detrás) hay un enorme colectivo que la acompañará siempre que siga dispuesta a profundizar las medidas políticas, económicas y sociales iniciadas en el gobierno anterior por su difunto esposo.
Los jóvenes tendrán un enorme protagonismo en este acompañamiento. Hoy los medios hegemónicos se sorprenden por esa gran multitud Sub 30 que levanta las banderas del kirchnerismo. O quizás… no quisieron verlo. Pero este hecho no es nuevo. La historia muestra que la juventud fue siempre el combustible necesario para hacer funcionar el motor de los cambios sociales.
El ex presidente le devolvió a la juventud el sentimiento de que las grandes transformaciones sociales se hacen desde la política, la militancia. Hasta hace no muchos años, discutir sobre política era algo abstracto, absurdo. “El fin de la historia y de las ideologías” era la frase de moda. Y el “que se vayan todos” fue la consecuencia. Aquello era visto como el medio para enriquecerse y no como el camino para la ampliación de los derechos ni la mejora social. Hoy, por suerte, eso cambió.
Algunos columnistas de moda con muchos más pergaminos que este escriba afirman que la coyuntura actual es similar a la vivida a mediados de la década del ´70, con la muerte de Juan Domingo Perón. Qué poco entienden lo que está pasando…
Ya lo dijo con lucidez José Pablo Fienmann: ni quien está a cargo de la primera magistratura es una incompetente, ni su círculo de colaboradores es una banda de improvisados, ni mucho menos hay una tribu de agrupaciones estudianto-juveniles que quieran hacer la revolución socialista mediante la lucha armada.
“Sabemos a dónde vamos; sabemos a dónde no queremos ir, ni tampoco volver”, fue una de las premisas que se escucharon el 25 de mayo de 2003 cuando un apenas conocido político llegado desde la Patagonia argentina había alcanzado la primera magistratura con el 22 por ciento de los votos. Siete años y medio después, millones de argentinos también lo saben.