07 noviembre 2011

Cuiden al inepto


Sólo quedarán escombros, residuos, polvo, cenizas. Lo que era techo ya no lo es. Lo que era un hogar ya no existe. Así de fácil, así de duro: sólo una montaña de nada.
Es cierto: podríamos estar hablando de una catástrofe. Tal vez si hubiera habido muertes estaríamos hablando también de la muerte política del relecto jefe de Gobierno porteño, sin haber siquiera comenzado su segundo mandato. Pero no hablemos de supuestos, sino de lo que realmente pasa.
Se superó el límite de todo lo que la relación de un medio de comunicación con un funcionario público de primera línea puede tener. Quien niegue el grado obseno de protección mediática que tiene el gobierno porteño ante los hechos que vemos hoy, se está mintiendo a sí mismo. Pero es claro: el sol no puede taparse con la mano: hay que cuidar al inepto.
La periodista y legisladora Gabriela Cerrutti expresó con claridad su inquietud en cómo el holding de la trompeta trataría al alcalde e ingeniero (sí, sí, él señor ostenta ese título) durante la campaña electoral. Macri acababa de darle en bandeja al multimedio una enorme masa de recursos públicos para llevar a cabo un programa de entrega de notebooks a alumnos de escuelas públicas de la ciudad, junto con el suministro de conexión a internet. Como se suele decir en el casino: "gracias, empleados".
A pesar de que hace menos de un mes que se realizó la elección presidencial que le permitirá a Cristina Kirchner controlar el Ejecutivo durante cuatro años más, la lucha por el 2015 ya empezó. El inepto ya está en campaña y, claro, necesita ayuda...
La decisión es concreta y bien visible: hay que cuidar a Mauricio de todo ataque que venga de cualquier lado, destacar y resaltar los puntos buenos de su gestión, no mostrar los baches (de sus políticas) y cuando la cosa se complique, esconderlo hasta que el lío pase. Es lo que algunos ya denominan el "cerco informativo".
Hace ya unos 15 años, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires se preparaban para elegir por primera vez a su propio Jefe de Gobierno. Durante décadas ese puesto era elegido por el propio presidente de la Nación, casi como si fuera un secretario o ministro de su gabinete. Corría el año 1997, en el esplendor de la convertibilidad, cuando Fernando De la Rúa se convirtió en el primer alcalde porteño electo. Al mismo tiempo, "chupete" (como le decían en aquellas épocas) se convertía en la esperanza blanca y el instrumento que muchos sectores de la economía encontraron para acabar con el menemismo, muy desgastado por las innumerables denuncias de corrupción.
Por aquel entonces también se montó la contrucción de un cerco que cuidara al funcionario del radicalismo de todo tipo de ataque. El obejtivo era no mostrar sus debilidades y, por el contrario, construir la imagen de un político serio, culto, eficiente y decidido. Su mandato era llegar a la presidencia dos años más tarde.
Lo demás es historia pasada pero muy recordada por todos los argentinos. Sabiendo cómo se desencadenaron los hechos (hasta llegar a la crisis 2001/02), muchos votantes de aquella Alianza no veían a la persona que resultó ser. Habían sido engañados. Les vendieron pescado podrido.
Pues ahora utilizan el mismo plan de vuelo. Depositan la esperanza en otro inepto, lo cuidan, lo cercan. La protección a su vez debe permitir la construcción de la imagen de un político capaz, eficiente y ordenado. "Un tipo que tome las decisiones correctas", como les gusta decir a algunos.
Pero, "por detrás de la farsa, asoma la tragedia", postulaba Karl Marx cuando describía al gobierno de Luis Bonaparte. Más de dos siglos después nos encontramos ante una situación similar: después no digan que no les avisé...