12 diciembre 2011

Asusten al ciudadano

 
A poco más de 15 días de que el 2011 sea historia, la coyuntura política argentina no deja de sorprendernos. Por un lado, la asunción de la presidenta Cristina Kirchner volvió a mostrar a miles de argentinos volcados a las calles del centro porteño y la Plaza de Mayo, como sucediera hace un año y medio en los festejos del Bicentenario.
La particularidad es que la palabra "aparato" (ese concepto tan denostado por el medio pelo argentino) no fue utilizada para responder a la extraordinaria convocatoria. Familias enteras, jóvenes, adultos que se sienten adolescentes, ancianos que se sienten pibes. En fin, sector sociales muy heterogéneos y unidos bajo una misma consigna y un mismo proyecto de país. Y, por si fuera poco, a sólo una década de que el país estuviera en llamas y tuviéramos el patético record de "cinco presidentes en una semana".
En el otro extremo, se aprecian mensajes que uno no logra comprender si es que no escuchan lo que está sucediendo en la sociedad civil o lo oyen pero no lo comprenden. O lo que es peor: no lo quieren comprender. Lo expresó con excelente claridad Juan Sasturian en una impecable contratapa en Página/12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-183164-2011-12-12.html). Esto los ha llevado a arrojar una cantidad de especulaciones que no parecen dignas de profesionales, más allá de la posición política que tengan: Máximo Kirchner 2015, reelección indefinida, por citar sólo dos casos.
A veces el odio ciega a las personas y en este sentido, el periodista de La Nación Jorge Fernández Díaz escribió una columna titulada "El odio ciega al antikirchnerismo", que recomiendo haga circular entre muchos de sus colegas de ése y otros medios... (http://www.lanacion.com.ar/1429995-el-odio-ciega-al-antikirchnerismo).
Acompañado de esta serie de opiniones y comentarios se monta una operación que a priori es siniestra y nefasta. Por lo que implica, en prinicipio, y por las consecuencias que pueden llegar a tener, finalmente. Se presenta inocentemente como una provocación, pero busca generar un clima. Esto es, arrojar un argumento con el objetivo y la clara intención de obtener una determinada reacción. Y que repetido en reiteradas ocasiones fomente enfrentamiento y la violencia.
Tal vez parezca un poco lineal el razonamiento, pero el lector debe tratar de comprenderlo de la siguiente forma: primero se produce un mensaje con un tinte provocador. Luego, circula por diferentes vías y se reproduce para que sea recibido por diversos sujetos. Algunos le otorgarán un sentido, otros....otro. Pero lo más importante es que llegue: "que muerda el anzuelo", como diría un pescador.
El ejemplo más paradigmático, encontrado a pocas horas de que la presidenta jurara por Dios, la Patria y su difunto marido, la expresó el periodista Pepe Eliaschev con su nota titulada "¿Un bebe montonero?", en alusión a la figura del flamante Jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina (h) y a su portación de apellido. No sé qué impresión le habrá dado a cada lector, pero quien escribe estas líneas tiene la sensación de que Pepe se monta en un mensaje que busca generar miedo en el ciudadano que sólo se queda en la forma y no le interesa (o no se preocupa) en el contenido.
Lo mismo se observa con algunos editorialistas de Clarín y La Nación haciendo un lobby extraordinario para fomentar, producir y profundizar un "supuesto" enfrentamiento entre el gobierno nacional y sectores sindicales (especialmente los que responden al camionero Hugo Moyano). Parece un chiste, pero esos medios de comunicación que desde siempre cuestionaron y criticaron hasta al hartazgo al actual secretario general de la CGT, hoy le hacen un giño por derecha y buscan seducirlo, con la condición de materializar ese enfrentamiento, "marcarle la cancha" al Poder Ejecutivo y, por último, cuestionar la participación de los jóvenes en este movimiento político llamado kirchnerismo.
"Esto ya pasó en la presidencia de Cámpora y la vuelta de Perón en los setenta", se escucha por ahí. "Estos pibes se creen que son los salvadores de la patria", se lee en un foro. "Esto termina mal", sentencia otro. 
Y este es el obejtivo de la oposición mediática: que todo termine mal; que la sociedad vuelva a tener miedo y sienta que vive nuevamente una película que terminó en tragedia.
La operación ya está en marcha. Pero si de algo se entrenó el kirchnerismo en estos ocho años es a aprender a desarmarlas.
Durante mi infancia, ante todo tipo de cargadas recuerdo que mi madre me decía: "no les hagas caso, matalos con la indiferencia". Puede ser que la indeferencia sea una de las herramientas para desarmar estas operaciones, pero no debe ser la única. Hace falta generar consciencia en la población para que comprenda que no estamos en la década del 70, no vivimos en un mundo bipolar, ni nadie postuló que los objetivos políticos se consiguen por medio de la lucha armada o la revolución violenta.
Ya lo dijo CFK en su discurso ante la Asamblea Legislativa: esto es un modelo nacional, popular y democrático. Y eso es lo que algunos sectores sociales aún no pueden o no quieren comprender: una idea de país que nos involucre e interpele a todos, que proteja al más humilde y sea el modelo democrático la forma de gobierno que permita llevarlo a la práctica.